Quiero que veas...
Entrecerró
la cortina y se sentó nuevamente en la cama, iluminada en la penumbra, se
reclinó apoyándose sobre una mano mientras con la otra comenzó a zafar los botones de
su largo abrigo negro. Los fue botando uno a uno mientras yo contenía mi
respiración y me dejaba embriagar por el ansia de verla despojada de su primer
prenda.Ver su cuello desnudo, al descubrirse sus
hombros… sentí un mareo cuando deslizó su abrigo por su
espalda y quedó
expuesta su fina figura moldeada
por un sexy corsé morado adornado con
listones
negros y magenta... Eso no me lo esperaba.
Se deshizo de los últimos botones que aún cubrían sus piernas hasta las rodillas y dejó que la prenda reposara sobre la cama. Parecía satisfecha con mi reacción y ella misma también se veía agitada.
Se deshizo de los últimos botones que aún cubrían sus piernas hasta las rodillas y dejó que la prenda reposara sobre la cama. Parecía satisfecha con mi reacción y ella misma también se veía agitada.
Ya
no pude esperar más.
Tomando
su mano, la insté a levantarse, la giré de espaldas a mi y la cubrí con mis
brazos, buscando acoplarme a su cuerpo. Inhalé, llenándome con el nuevo aroma,
recorriendo su cuello y acariciando su cabello. Recorrí sus hombros, su
espalda... y besé donde, hacía poco, habían estado jugando mis dedos.
Mis
manos buscaron sus caderas y siguieron el camino de sus piernas
recorriéndolas, apretándolas. Y haciendo el máximo contacto sobre su falda, las
entrelacé sobre su vientre. Dio un respingo hacía atrás que aproveché para
eliminar la poca distancia que aún existía entre nuestros cuerpos. Giró su
rostro buscando mi mirada y ya sin restricciones, sin inhibiciones... Nos besamos.