Todo vestigio de la recepcionista desapareció tras el espejo translucido y, guiándote con la misma mano que llevaba la llave de la habitación, llamé al ascensor.
Segundo piso te dije y sonreíste mientras las puertas se abrían.
No había necesidad pero, asegurándote de que nadie más pudiera escucharte, dijiste a mi oído ¿Sabes que, por ser la primera vez... debes ser delicado conmigo, verdad? Te atraje a mi, juntando tu cuerpo con el mío, restregando mi bulto entre tus piernas, y con mi mano libre apreté el botón marcado con el número dos.
Me acerqué hasta tu oído y susurré Lo que te voy a hacer... no tiene nada que ver con lo "delicado".
Y las puertas del ascensor se cerraron tras de nosotros.