Despertó con el cuerpo adolorido, la cara hinchada y el cuello ceñido aún por el collar. Yo la miraba desperezarse y tratar de recuperar conciencia.
Quítamelo dijo al distinguirme a su lado.
La tomé por la orilla del cinto y la atraje a mí.
La tomé por la orilla del cinto y la atraje a mí.
¿Eso quieres?
Me miró resignada, muy seguramente porque sabía que ella misma no podría quitárselo y contestó
Si, por favor
Acaricié sus hombros, subiendo por su cuello. Tomando su cabello para que no se enredara en la hebilla... Y, mientras soltaba la correa y sentía su cuerpo responder a mis caricias, acerqué mis labios a su oreja y le susurré:
Que te suelte no significa que te libere. ¿Entiendes?