Los dos andabamos calientes y llevábamos varios días jugueteando, provocándonos, tanteándonos... y en esa llamada, una "calaverita" quedó prometida.
Ella, la más sensual de mis amigas, quería "dulce" y ¡Dios! ¡Qué ganas le traía desde hace mucho! Ya llevaba un buen rato sin "probar carne" y, saber que podría ser la suya, me puso a mil; esa noche no dormí y mi "amiguito" acabó adolorido de lo mucho que estuve "pensando en ella". Pero tantos eran mis nervios y mis expectativas que, el día acordado, camino a verla... me acobardé.
En lugar de dirigirme a su casa, tomé otro camino pensando que podría estar malinterpretando las cosas, que podría tratarse tan solo de otro juego como los que habíamos venido haciendo. Y, a punto de tomar el subterráneo, revisé mi celular y vi una llamada perdida.
Le regresé la llamada y me preguntó ¿Vas a venir? Mi "amigo" empezó a "sudar" y ahogarse en mis pantalones. ¡Llego en 15 minutos! y fueron los quince minutos más largos de mi existencia. Toqué a su puerta y salió al poco tiempo.
¿Dulce o travesura? me preguntó recargándose en la entrada, permitiéndome admirarla por completo. Lucía deliciosamente hermosa, juguetonamente sexy y ABSOLUTAMENTE perfecta.
Travesura... Definitivamente ¡TRAVESURA!