Ya había pasado algo de tiempo desde nuestro último encuentro y ahi estábamos, a unos cuantos metros de la avenida; envueltos en las sombras de lámparas fundidas, árboles frondosos y autobuses eternamente estacionados.
Buscamos un lugar para saludarnos apropiadamente, y mientras mis manos acaricaban sus nalgas y la atraían hacía mí, rodeó mi cuello con sus brazos y susurró un Hola al sentir mi pene acomodándose entre sus piernas.
Ya excitado, la cubrí con mi abrigo y empecé a levantarle la falda cuando escuchamos que alguien se acercaba.
Ya excitado, la cubrí con mi abrigo y empecé a levantarle la falda cuando escuchamos que alguien se acercaba.
¡Espera!
Me tomó de la mano y, aunque molesto por la interrupción, la seguí a la avenida. Y, a diferencia de otras veces, conseguimos transporte facilmente. Avanzamos un par de cuadras en silencio hasta que ella me preguntó
¿Estás molesto?
Me acomodé en su cuello y la abracé por la cintura.
No, solo... ¡Ansioso!
Refugiados en la oscuridad de la cabina y alentados por un chofer casi invisible, mi mano pasó de la cintura a su vientre y de ahí a sus pechos. Se acercó y susurró a mi oído ¿Y habrá algo que pueda hacer para que no te sientas así? mientras su mano acariciaba y apretaba cadenciosamente mi entrepierna.
Le sonreí y contesté ...Sigue
Le sonreí y contesté ...Sigue
¿Me extrañaste, Senpai? preguntó, y no tuve manera de negarlo con mi miembro creciendo entre sus dedos ¿Sabes quién te extrañó?
Mi mano, que se abría paso entre sus piernas podía percibir, aún sin llegar más alla de su ropa, lo deliciosamente húmeda que estaba.
...Creo tener una idea
Sujetó con más fuerza y su mano cobró velocidad.
Dime, Senpai... ¿Quieres correrte?
Pero ya no tuve cabeza para responder.
...Creo tener una idea
Sujetó con más fuerza y su mano cobró velocidad.
Dime, Senpai... ¿Quieres correrte?
Pero ya no tuve cabeza para responder.