Hace años, solía salir con alguien que, por un lado urgía mis instintos y por otro hacia lo necesario para evitar corresponderlos. Decía que quería mis besos en sus labios, mis manos en su cuerpo y a mi "amigo" dentro de ella y, al mismo tiempo, prefería que no nos encontráramos.
Cuando se inauguró el Blu, le insinué visitarlo, la invité directamente e incluso la llevé bajo engaños. Estuvimos tantas veces tan cerca y todas esas veces rehuyó el encuentro.
Un día, simplemente supe que no ocurriría.
Cuando se inauguró el Blu, le insinué visitarlo, la invité directamente e incluso la llevé bajo engaños. Estuvimos tantas veces tan cerca y todas esas veces rehuyó el encuentro.
Un día, simplemente supe que no ocurriría.
Mucho tiempo después, una hermosa mujer me quiso para ella.
Y, cuando fui a encontrarla, descubrí que cerca de donde trabajaba estaba el famoso hotel que nunca me conoció. Consideré la idea de hacer realidad ese antiguo deseo pero, el recuerdo de viejos fracasos y la certeza de cometer uno nuevo, me hicieron reconsiderar. Fue entonces cuando, a apenas unos diez minutos de distancia, me encontré con un nuevo hotel: el Grana.
Ella no cuestionó mi elección, la encontró cómoda y aceptable. Y, disfrutamos plenamente. Yo, por mi parte, entendí porque no había funcionado antes y agradecí que así hubiera sido.