Tócame, donde nadie lo ha intentado,
con tu alma tímida, inocente y sagrada;
tócame con tus labios gruesos que endulzan mi cuerpo;
tócame, como el universo acaricia las estrellas
en la infinita distancia de un cielo azul.
Tócame, junto a la playa de un mar oculto
en la soledad de un sueño sin ti,
donde la inocencia acompaña al amor
y el horizonte de mi piel
sutilmente te invita a descubrir cada secreto de mi ser.
Tócame, y respira profundo hasta sentir
el aroma de mis instintos que lloran por ti,
tócame como en las mañanas
el cantar del colibrí seduce mis oídos;
Tócame, como si fueras el picaflor
de mis pensamientos que besan la flor de tu inspiración...
Tócame, y nunca dejes de hacerlo
mientras sea con una caricia de tu alma en la mía.
Christian Sarmiento