Aún con tacones, no alcanzo a agarrarme del tubo del pasamanos.
Escribió ella con evidente habilidad porque eso de escribir con una mano, llevar todo el maleterío que suele llevar con la otra y equilibrarse en el indómito metro, es de profesionales.
No es que apenas me haya dado cuenta pero... ¡Quiero 19 centímetros más!
Sorprendido de lo específico de ese número y divertido por su candidez, me reí desde el otro lado de la pantalla; aún así... advertí
¡Nunca le digas eso a un hombre!
¿Por qué? Si no es nada malo.
Malo, no pero seguramente te ofrecerá los suyos.
¡Yo solo pido!
Pues, siendo el caso... si alguna vez se te ofrecen unos centímetros más, me avisas.
¡Solo de veinte para arriba!
Saqué cuentas y tuve que resignarme.
¡Bueno, uno ofrece lo que tiene!