18 de octubre de 2006

Un elevador...

Había pasado tanto tiempo desde la última vez que sintió sus labios, tanto que el coraje y la rabia habían sustituido ese gran amor. Las palabras obscuras desvanecieron las afectivas y dejaron todo en el olvido.

Sucedió pues, que un día se toparon de frente y como en cualquier hoguera la cenizas seguían ahí. En un pasillo, aguardando a un elevador se encontraron y aunque se hallaban rodeados de una multitud, sus miradas los delataron al instante.

Fue solo un saludo, un beso en la mejilla y el inevitable roce se dio, el impulso de sentirlo cerca la llevó a sentir su abdomen y a él a llevar sus labios lo más cerca que pudo de los de ella.

Por un instante el mundo se detuvo, y todo lo que vivieron pasó justo delante de sus ojos…

Era un día de invierno, habían acordado verse para estar juntos por primera vez y como en toda primera vez estaban nerviosos. Finalmente llegó el día esperado, el parecía sereno, seguro de lo que pasaría; tan firme como siempre!

Todo había comenzado con un inocente coqueteo, y la intensidad de las palabras se vio incrementada al grado de provocar el más irracional de los deseos... se encontraron solos en el cubo de unas escaleras y sin poder remediarlo se besaron.

Que beso! No había necesidad de decir nada, pues las palabras sobraban, sus labios se habían entendido por encima de todo y desataron la más apasionada tormenta.

Cuando se hallaron por fin, frente a frente su ropa fue cayendo tan imperceptiblemente rápido que cuando se dieron cuenta, estaban completamente desnudos. Seguían frente al elevador y ella moría por revivir esos momentos, sus manos recorriendo sus nalgas y acercándole a su miembro. Wow... fue solo ese instante y sentía su aliento recorriéndola, recorriéndole la piel, excitándola al punto de suplicar por sentirlo dentro...

Estúpido e irónico, pero un elevador revivió toda la pasión que ambos creían enterrada...