31 de enero de 2012

Anoche

Anoche tuve un sueño, parecía tan real... Estabamos sentados, conversando de todo y nada, de pronto una mirada se convirtió en una caricia y una caricia en una cascada de ellas...

Tus manos recorrían ansiosas mis muslos, mis senos y las mías recorrían tu hombros y se aferraban a tu espalda, la fricción subía la temperatura y así, sin pensarlo trazamos caminos al placer.

Una mano se abrió camino en mi entrepierna mientras la otra febrilmente acariciaba mi pecho, nuestros labios se reclamaban tantos besos no dados y todo seguía su camino, desabrochaste mi pantalón y tus dedos seguían jugueteando, entrando, deslizándose mas y más adentro, mi respiración se aceleraba tanto y me hacías temblar..

Mis manos dejaban de obedecerme, al parecer tenían mente propia y bajaron, desabrocharon tu pantalón deslizando el cierre tan rápido que no te percatabas de mi presencia, tu camisa perdio uno a uno los botones y en un impulso mis labios fueron bajando poco a poco por tu vientre.

La calidéz de tu abdomen y el frío del invierno me hicieron buscar mas calor, seguí besando, acariciando, sientiendo como aumentaba de volumen tu pene entre mis manos, como se volvía mas y más liso ante mi tacto, disfrutándo del sonido de tu respiración agitada, de la forma en que tus cadera me invitaba a bajar mas y mas...

Si.. mis labios llegaron a donde tan deseados eran, lentamente besé la cabeza de tu pene, se sentia tan suave y tan caliente, tan ardiente que la humedad de mi saliva, y lo suave de mis labios hacían que perdieras la noción..

Seguimos jugando y tu besaste mis labios, mi clítoris ente tus labios me humedeció.. sentí como todas las energías se juntaban en un solo punto tan intenso tan ardiente que también perdí la noción de mi, una ola de calor nos golpeó y la marea fue lo que siguió...

Desperté agitada, con tu nombre en mis labios, tus sonrisa en mi mente y unas pantaletas tan húmedas que me hicieron desear que estuvieras aquí.

6 de enero de 2012

¡Búscame!

¡Qué aqui estoy esperando!
Deseando el reencuentro de nuestras manos, de nuestras miradas y su complicidad. Ansioso por sentir una vez más el ardor en tus labios, de asfixiarme en tu aroma, de morir una y mil veces en el éxtasis de tus secretos.

¡Búscame, encuéntrame!
Sigo esperando...