18 de enero de 2013

La bella durmiente


Ese ese juego entre luz y oscuridad, la intermitencia del proyector, lo que te hace lucir etérea. Como si pudieras desaparecer en cualquier instante.

El reflejo de la pantalla ilumina tu perfil pero es la cercanía lo que me permite distinguir en el vacío tus parpados cerrados, tus mejillas sonrojadas, tus tersos labios. Sigo el camino de tu cuello, oportunamente desnudo, y me deleito con la vista de tus pechos, la armonía de tu vientre, la delicia de tus piernas y, si... el anhelo de tu intimidad.

Eres tan hermosa susurro, y me parece verte sonreír.

Pero ¿de verdad estás aquí o es sólo mi imaginación? Me acerco lo suficiente para percibir tu aroma y sentir la calidez de tu cuerpo. Tomo tu mano entre la mía y me cuido de no despertarte, aún. Duermes un sueño ligero, producto del cansancio de un día de vaivenes por la ciudad, locas persecuciones y… un poco de vodka ¿Acaso no ha sido un GRAN día?.

La proyección de los avances está por terminar y en la oscuridad que precede a la proyección, dominado por un impulso (y desinhibido por el alcohol) me inclino hacia ti. Distingo el sabor del arándano en tus labios, tan suaves... y me embriago en la cálida humedad de tu aliento.

Tardo poco más de un instante en descubrir que ya has abierto los ojos. Sorprendido, retrocedo esperando tu reacción pero sonríes, me besas en la mejilla y dices

Gracias por despertarme.