10 de diciembre de 2011

Los ojos de Ximena

La hostess nos recibió en la entrada y, tras las revisiones de rigor, indicó a una de las chicas que nos acompañara a nuestra mesa: justo frente al escenario. Pero no avanzamos mucho porque Esmeralda bailaba gracilmente al ritmo de una tonada suave sobre la pista. Casi todos los asistentes la mirábamos embelezados con su belleza y habilidad, solo algunos mantenían la charla por lo bajo y no le prestaban atención. Los manejadores y sus guarda, sin duda.

El baile terminó y los aplausos sonaron mientras ella recogía parte de su atuendo. Del piso superior, una mano se asomó y la chica subió las escaleras hasta el cuarto parcialmente oscuro. Sonrisas complices y la botella de Vodka empinó en cada vaso acompañándose de jugo de naranja.

Vanessa y Angie hicieron lo suyo en la pista, cada una mostrando diferentes habilidades y formas... y cada una acabando sentadas en la pierna de mis acompañantes. Risas, charlas que subían de tono, manos explorando y una bebida más para las damas. Pero poco después se fueron; llamadas, una vez más, por la mano del piso superior. Nuevas chicas llegaron para ocupar sus lugares pero yo aún no veía nada de mi gusto.

Las luces se apagaron y una hermosa mujer de cabellera oscura subió a la pista; falda de encaje muy corta con transparencia, calcetas negras a rayas blancas hasta el muslo y botas que rápidamente abandonó, un ajustado top del mismo color soportaba heróicamente sus enormes pechos y un coqueto moño adornaba su apariencia gótica. Seguí cada uno de sus movimientos, hipnotizado. Y mientras bajaba la escalera del escenario, nuestras miradas se cruzaron.

¿Puedo sentarme? preguntó aún agitada; acerqué una silla y le ofrecí asiento ¿No prefieres que... pero no la dejé terminar No, quiero verte... Realmente me gustó lo que hiciste allá arriba sonrió y tomó un trago de mi vaso, se encogió de hombros y traviesa me dijo Ni siquiera te pregunté, perdón No te preocupes; después de todo, tu rutina debió cansarte mucho ¡Y hago otra todavía más dura! guiñó el ojo pícara y yo me pasé de un sorbo mi bebida ¿Puedo invitarte algo de beber?

Pidió otras tres rondas más; y entre sus bebidas y lo que robaba de la mía, seguimos platicando mientras mis compañeros seguían cambiando de acompañante. Yo no podía dejar de verla ¿Te ries conmigo o de mi? No, solo pienso que eres muy hermosa... y que me encantan tus ojos ya mareada (y previamente "regañada") se acercó a mi y me dio un beso de "piquito". Esta vez, ella se quedó mirándome y le pregunté ¿Qué ocurre? Tú tienes una sonrisa muy linda y sonreí aún más.

Tomó mi mano y me dijo Aún no me has tocado y ya me están llamando, "La mano" estaba ahí otra vez, asomándose ¿Qué hay allá? le pregunté, se acercó aún más y me susurró en el oído Llévame arriba.
Y mientras subíamos las escaleras,
me dijo su nombre.