3 de octubre de 2012

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Quiero que veas...

Entrecerró la cortina y se sentó nuevamente en la cama, iluminada en la penumbra, se reclinó apoyándose sobre una mano mientras con la otra comenzó a zafar los botones de su largo abrigo negro. Los fue botando uno a uno mientras yo contenía mi respiración y me dejaba embriagar por el ansia de verla despojada de su primer prenda.Ver su cuello desnudo, al descubrirse sus hombros… sentí un mareo cuando deslizó su abrigo por su espalda y quedó expuesta su fina figura moldeada por un sexy corsé morado adornado con listones negros y magenta... Eso no me lo esperaba.

Se deshizo de los últimos botones que aún cubrían sus piernas hasta las rodillas y dejó que la prenda reposara sobre la cama. Parecía satisfecha con mi reacción y ella misma también se veía agitada.

Ya no pude esperar más.

Tomando su mano, la insté a levantarse, la giré de espaldas a mi y la cubrí con mis brazos, buscando acoplarme a su cuerpo. Inhalé, llenándome con el nuevo aroma, recorriendo su cuello y acariciando su cabello. Recorrí sus hombros, su espalda... y besé donde, hacía poco, habían estado jugando mis dedos.

Mis manos buscaron sus caderas y siguieron el camino de sus piernas recorriéndolas, apretándolas. Y haciendo el máximo contacto sobre su falda, las entrelacé sobre su vientre. Dio un respingo hacía atrás que aproveché para eliminar la poca distancia que aún existía entre nuestros cuerpos. Giró su rostro buscando mi mirada y ya sin restricciones, sin inhibiciones... Nos besamos.