2 de octubre de 2012

Primera vez

Ella fue la primera en entrar a la habitación, en ir a las grandes ventanas de vidrio granulado, correr las cortinas haciendo luz y oscuridad en el cuarto. En revisar la mesa del tocador con sus vasos, el menú, el cenicero... Pero se detuvo al tomar la envoltura plástica. Creo que fue en ese momento cuando la realidad le llegó de golpe. El cómo habíamos llegado hasta ahí, el porque...

Me acerqué a Ella y mirando su reflejo le dije El que estés aquí... Pero deslizó su mano por mi rostro y calló mis labios con sus dedos en un gesto tan dulce que me sorprendió. Negó con la cabeza No digas nada y tenía razón, si ambos estábamos ahí, era porque así lo deseábamos.

Me apartó con su mano y con una seña de su dedo me indicó quedarme ahí, recargado en el mueble. Ella se sentó en la orilla de la cama y puso su mochila a su lado, metió la mano. Lo primero que me mostró fue el antifaz de plumas moradas y negras, sonreí al verlo. Una máscara, después de todo, te permitía hacer o decir cosas que de otra manera no podrías.

Se volvió y me miró. Intentó decir algo que se quedó en sus labios y su rostro enrojeció. Respiró profundo y volvió a intentarlo, tomó un paquete y me lo extendió ¡Quiero que me cuides! Me sonrojé aún más que ella al recibir la caja pero sonreí al pensar que esa era la intención, por lo que durara... Cuidar uno del otro.

Se colocó el antifaz y su mirada cambió, sobra decir que también mi forma de verla. Ya no era esa chiquilla conocida, ni la amiga de años...

Era una promesa.