26 de noviembre de 2012

A tres pasos



Entre pinturas y recuadros, edificios solitarios e historias recreadas por artistas cuyos nombres se habían perdido a través de los años, acordamos encontrarnos.

Ya dentro, vagamos sin prisa. Yo avanzaba sin poner mayor atención, deteniéndome y pretendiendo examinar los cuadros de la exposición, fingiendo no percatarme de su presencia pero sintiendo su mirada recorrerme, acariciarme desde la distancia. El espacio entre nosotros era tan insignificante ¿Qué lo detenía? Con sólo extender su manos, sus dedos me habrían alcanzado.

Para cuando me di cuenta, la sala estaba vacía salvo por nosotros... Visitantes y cuidadores ya habían avanzado hasta perderse de vista. Giré de pronto y caminé los tres pasos que nos separaban; mi mano derecha se posó en su pecho, que al contacto se aceleró, y sus ojos recorrieron el camino de mi mano hasta encontrarse con mi mirada.


¡Dilo!

Sus ojos brillaron, torció una sonrisa pero sus labios no pronunciaron palabra alguna. Entonces, lo sentí en mi espalda. Le sostuve la mirada mientras bajaba su mano hasta llegar a mi cadera.

¿Quieres que lo diga?

Y sentí desaparecer mis prendas bajo su mirada lasciva, tan llena de deseo que prendió el mío. Deslicé mi mano de su pecho a su nuca, hundiendo mis dedos en su cabello mientras con la otra acariciaba su torso.

Dilo pero esta vez fue una súplica desfalleciente.

Su cálido aliento quemó mi oreja al pronunciar ¿Tienes idea de lo que me provocas? ¿De lo que necesito de ti?

Si...
Yo quería lo mismo que él.

Tomé su rostro en mis manos y lo llevé a mis labios. Rápidamente, la cálida sensación se fue apoderando de los dos. Podía sentirlo guiar mi cuerpo hacía el suyo, sus manos ansiosas buscando un camino hacía mi piel, sus labios poseyéndome.

Una deliciosa sensación, un cosquilleo... recorría mi cuerpo entero, concentrándose en mi vientre. Justo ahí, donde podía sentirlo presionando deseoso contra mi. Acaricié sus brazos, su torso.... Su espalda. Busqué el camino hasta su oído y le ordené Rózame, siénteme, muérdeme...


Desnúdame.