12 de noviembre de 2012

Un poco antes (O Cómo llegaron hasta ahí)

En colaboración con Mmir
Era tarde.

Habían platicado bastante y llevaban ya varias horas juntos; él observo su reloj y entonces no pudo evitar la pregunta ¿Te llevo a casa? a lo que ella contestó No, aún no quiero ir… y sin que se lo esperara, se colocó frente a él impidiéndole avanzar. Él se detuvo y la miró fijamente, sus ojos recorrieron la frágil silueta, su rostro delicado, se tomó más tiempo para acariciar con la mirada los labios, sus labios.

Deslizó una mano por su cintura y dando un pequeño paso anuló el breve espacio que los separaba. Las miradas convergieron en un deseo mutuo, los rostros se buscaron... Pero a punto de rozar sus labios, algo lo detuvo, y entonces pronunció casi sin aliento ¿A dónde quieres ir?

Ella se refugió en su cuello, desde donde contestó ¿A dónde quieres ir tú? el cálido aliento de la respuesta lo hizo estremecerse ¿Estás segura? ¿...Conmigo? ella fijó sus ojos en los de él, sin emitir una respuesta. Tantas cosas pasaban por su mente, sentía en su cuerpo... La respiración entrecortada de él vibrando contra su cuerpo, el cálido aliento sobre su piel, sus manos alrededor de su cintura, ansiosas por más. Su mirada devorándola... Todas esas sensaciones anulando una a una las previas consideraciones, las precauciones. Lo rodeó con sus brazos y alzándose sobre la punta de sus pies, la respuesta acarició su oído Sí, contigo.

Él tomo su mano y, poco a poco, los dedos de ambos se entrelazaron.

Al llegar, él solicitó la habitación y, tras el obligado intercambio, le entregaron una llave. Recorrieron un largo pasillo alfombrado hasta llegar al número indicado y, cuando ella estaba a punto de abrir la puerta, detuvo su mano. La giró hacía él y la tomó por la cintura, las manos de ella no tardaron en buscar su espalda mientras la distancia entre sus cuerpos iba desapareciendo. Al primer beso le siguió otro, y otro más. Cada uno más íntimo y cargado de deseo que el anterior. Las manos de él se deslizaron más allá de la cintura de su acompañante mientras ella se concentraba en sentir con todo su cuerpo a su amante, ansioso de ella. El ritmo de sus respiraciones iba en aumento y sus sentidos rápidamente se perdían en las sensaciones... pero recobrándose, ella colocó la mano en su pecho y lo apartó suavemente. Sonrió y le mostró la llave, indicándole que era momento de entrar a la habitación.

Tratando de recuperar el aliento pronunció al fin Llévame dentro.